9 de septiembre de 2010

Los peligros de la (mala) divulgación científica

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 La divulgación de la ciencia consiste en hacerla entender a personas sin una formación científica especialmente profunda, lo que habitualmente se llama “gente de a pie”. El trabajo del divulgador, por tanto, es el de hacer que algo complicado no lo parezca, y así de la sensación al curioso aprendiz de estar completamente satisfecho con la respuesta y de comprenderla. Es un trabajo difícil, puesto que nadie dijo que algo complicado se pueda explicar siempre en términos sencillos. Si se desea profundizar en una cuestión, también aumentará la dificultad de la explicación, o mejor dicho los conceptos previos necesarios para la comprensión. Se puede decir que para que algo complicado parezca sencillo hay un precio, el de sacrificar parte de la información que, para su entendimiento correcto, requeriría en el oyente una preparación mejor.

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Por ejemplo, cuando se nos dice que los átomos son como pequeños sistemas solares, con el núcleo en el centro y los electrones orbitando, resulta una buena explicación para entender la estructura de un átomo y sus componentes. Uno puede avanzar en nuestro mundo moderno con una satisfactoria sensación de saber en que consiste un átomo, y para el hombre de a pie mencionado antes me parece más que suficiente. Incluso para el estudiante más escéptico respecto a la existencia de los átomos y de su estructura, la explicación del experimento de Rutherford (1909) y su modelo de ‘núcleo pequeñito con electrones por los alrededores’ debería bastar para convencerle. El modelo del átomo se ha ido perfilando con el tiempo, y también complicando, haciendo necesarios los conocimientos de nuevas leyes y experimentos para entenderlo. ¿Quiero decir con esto que la idea de un átomo como un sistema solar es errónea?


No quiero que se me malinterprete, no se trata de una crítica enfocada hacia una divulgación poco rigurosa, sino al contrario, estoy muy de acuerdo con simplificarlo todo si así todo el mundo puede tener una idea aceptable de como es un átomo. Se puede decir que las explicaciones no son erróneas, sino incompletas, pero midiendo la relación entre la dificultad para entender los conceptos y la precisión de las explicaciones, es relativamente aceptable que se difundan como la pólvora entre los estudiantes noveles.


Es más acertado entender el átomo como un sistema planetario que como un conjunto de electrones flotando libremente en un entorno con carga positiva (modelo anterior de Thomson). Del mismo modo, es preferible la divulgación de un modelo del sistema solar en el que la Tierra orbite al Sol y gire sobre si misma que uno en el que la Tierra esté quieta en el centro del universo, aunque la primera idea sea incompleta. Un estudio más detallado del sistema solar nos revelaría la cantidad de movimientos que ejerce la Tierra, más de los comúnmente conocidos de rotación de un día y traslación de un año. ¿Puede una persona desenvolverse sólo conociendo esos dos movimientos? Por supuesto, pero ¡no con menos de esos! Es preferible la divulgación de una Tierra esférica que la de una plana, aunque si matizáramos deberíamos decir que está un poco achatada en los polos… y así sucede con innumerables conceptos que se divulgan en ciencia, en los que como he dicho antes, se sacrifica parte de la información a favor de la sencillez.


Hasta aquí, parece que si un buen divulgador hace bien su trabajo (que explique conceptos complicados de forma sencilla y rigurosa), no debemos preocuparnos de que el hombre y la mujer corrientes se encuentren “perdidos” en un estilo de vida que depende profundamente de la ciencia. En cambio, en este idílico panorama de ‘ciencia para todos’ pueden surgir 2 problemas:

1. Que existan pocos divulgadores o fuentes de ciencia capacitados para cumplir con los requisitos mencionados antes.Y no sería sorprendente, ya que el trabajo no es sencillo, como he comentado. Es un problema que no se logre transmitir la idea de que las explicaciones sencillas son también incompletas. Es un problema porque, aunque la explicación sea simple, no por ello lo es también la realidad que representa. Cualquiera puede aprenderse de memoria aquello de Somos energía, de Einstein, sin estar explicando nada con ello. O pueden aprenderse de memoria lo de que venimos del mono, malinterpretando horriblemente la teoría de la evolución de Darwin. Estos son dos ejemplos de cómo existen unos límites a la hora de simplificar la explicación, o de situar ese ‘punto’ de conocimientos mínimos explicado antes. De acuerdo que la información ha de ser sencilla y entendible, pero también rigurosa
Esta mala divulgación puede generar (que de hecho lo hace, porque lo encuentro frecuentemente en la red) un conocimiento distorsionado de la ciencia que a su vez genera pseudociencias o paranoias conspiranoicas armadas de conceptos como ‘energías’, ‘magnetismos’, ‘frecuencias’ y ‘ciencias oficiales que quieren dominar el mundo’. No es fácil encontrar, por desgracia, muchos Carl Sagan’s o Stephen Jay Gould’s que realmente lleven la ciencia a cualquier parte de la forma correcta. 

2. Que no exista interés en la ciencia por parte de la gente corriente. Me gustaría pensar que es falso, y que en realidad a todos nos gusta la ciencia. De hecho, de pequeño siempre di por sentado que la ciencia le gustaba a todo el mundo y no me imaginaba por que a alguien no le encantaría saber más sobre la naturaleza en la que vivimos. Pero ahora debo reconocer que la ciencia aburre, y en algunos casos asusta. Existe desconfianza de lo que los científicos puedan estar haciendo. Cuando se puso en marcha el LHC, no dejaba de sorprenderme que mucha gente realmente temiera por si iba a pasar algo malo. Una forma "optimista" de ver la falta de interés que suscita la ciencia es que la provoca el primer punto: la falta de buenas fuentes de divulgación. Internet es muy útil y hay mucha información, pero eso es un inconveniente cuando el que la lee no sabe separar los bueno de la basura, y en internet hay muchísima basura.


Resumiendo, no veo un problema en el hecho de que la divulgación sea con conceptos incompletos, siempre y cuando haga una especial mención quien divulga la ciencia y así lo sepa quien la aprende. Aunque la idea de enseñar realidades ‘a medias’ parezca mala divulgación, como he dicho antes es correcto si se es riguroso y se enseña al estudiante en que punto de la explicación se encuentra. Otra cuestión es que es tanto o más importante la divulgación de conocimientos científicos como de lo que es la propia ciencia. Eso ayudaría a diferenciar lo que es ciencia de lo que lo parece.


Y por último, existe un mínimo de conocimiento en ciencia que realmente puede aprender cualquiera, y el trabajo del buen divulgador es encontrar ese punto en el que se enseña una realidad imperfecta o incompleta, pero comprensible para la mayoría y aceptable para desenvolverse en nuestro mundo moderno y tecnológico



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2 comentarios:

Imaginario dijo...

Buena entrada

¡Pero que difícil se hace a veces esa labor!

Partiendo de la base de que muchos somos aficionados de todo y maestros de nada, la cosa se complica.

Hacen falta "Carls Sagans" para lograr el "punto" deseado.

Creo que un buen punto de partida es despertar la curiosidad, aunque no seamos muy rigurosos.

Si hay que usar bolas de billar para explicar el efecto fotoeléctrico pues se usan.
Si al lector le interesa ya profundizará por si mismo... o eso espero.

Dguin dijo...

Estoy de acuerdo contigo, sobretodo en lo de que muchos somos solo aficionados. De hecho la entrada va un poco de la humildad necesaria cuando se aprende ciencia, ya que, al simplificar algo, se corre el riesgo de que parezca más simple de lo que en realidad es.

gracias por el comentario!